lunes, 31 de octubre de 2011

Storyboard

Estrenamos hoy nueva sección en el blog, el Storyboard. Resulta más que evidente que algunas carreras de determinados autores en el mundo del cine no se reducen solo a una película o dos, sino que todas sus obras se pueden considerar dignas de ser como mínimo nombradas y contempladas además de formar parte de un todo y de un estilo personal del propio creador.

Por eso este Storyboard en el que repasaremos de manera breve pero lo más condensado posible las características de un autor y de sus obras.

Empezamos nuestro primer Story con uno de los grandes del cine japonés reciente.

Satoshi Kon 
Uno de los principales nombres dentro del anime japonés las películas de Kon son un referente indiscutible ya no solo dentro de la animación, sino del cine en general. A pesar de su cortísima filmografía (desgraciadamente murió de cáncer de páncreas en 2010), ha servido de inspiración e incluso podría decirse que algo más por directores tan importantes hoy día como Darren Aronofski o Christofer Nolan (De hecho voy a romper una lanza por Satoshi Kon pues a pesar del importante éxito de "Cisne Negro" u "Origen" en ninguna entrevista o texto que haya leído de ambos directores, dejan caer siquiera un poco la clara influencia del director japonés sobre sus últimos trabajos, aunque puede que me equivoque). La fusión entre la realidad y la ficción, el sueño y el cine como realidad, las creaciones de la mente humana y su invasión en nuestro mundo, son los interesantes temas que podemos encontrar en sus films, además de una constante e irónica reflexión sobre la sociedad japonesa actual. Todo ello aderezado con un uso del montaje siempre brillante, planos interesantísimos y llenos de riqueza tanto visual como metafórica, una animación característica y propia y en ocasiones un sentido del humor muy negro que resulta genial. Un básico del cine actual cuya filmografía entera se puede ver en muy poco tiempo.


Perfect Blue (1997): La joven Mima decide abandonar su exitosa vida como cantante para ser actriz. Pero las complicaciones inherentes a su nueva vida y el descubrimiento de que es observada constantemente por un extraño desconocido le llevarán a perder la noción de la realidad y al borde de la locura. Primer largometraje del director donde ya nos demuestra su talento en todo lo mencionado antes. Una historia agobiante, dura, terrible en ocasiones que nos lleva a plantearnos cuales son los límites que tiene eso que todos llamamos "yo".



Millenium Actress (2001): Unos periodistas acuden a la casa de la actriz retirada Chiyoko Fujiwara para realizar un documental sobre toda su carrera. Ella evocará sus films y su vida, los cuales están mucho más entrelazados de lo que puede parecer. Preciosa historia de la búsqueda del amor imposible, Kon muestra su versatilidad a la hora de manejar un género tan diferente a su anterior trabajo. Momentos de verdadera belleza visual la convierten en toda una joya dentro de esta filmografía Es muy difícil no emocionarse y reír con esta deliciosa narración que además supone un homenaje a la historia del cine japonés. Posiblemente mi favorita de todas las obras del director.




Tokyo Godfathers (2003): Es Navidad. Tres vagabundos encuentran un bebe abandonado en la basura. La odisea que supondrá devolver al recién nacido a su hogar les llevará a encontrarse a si mismos y a purgar sus propios problemas y demonios. Seguramente trabajo mas "lineal y convencional" del autor pero esto no debe engañarnos, pues Tokyo Godfathers supone una película divertidísima, con un guión lleno de giros hasta su mismísma conclusión y donde al final no sabemos que más puede pasar pero estamos deseando averiguarlo en la loca carrera de los tres protagonistas. Hacía mucho que no me reía tanto viendo un film.



Paranoia Agent (2004): Una joven diseñadora de personajes animados es atacada por un extraño niño que lleva patines y bate de baseball dorados. Este será solo el primero de muchos ataques del misterioso "Shounen Bat". Dos detectives deberán encontrarlo, pero el caso resultará ser mucho más complicado de lo que parece. Serie de 13 capítulos que según el propio Kon supone una especie de "cajón desastre" donde meter muchas de sus ideas (podemos incluso encontrar personajes y situaciones de otros de sus films), Paranoia Agent es una rareza interesantísima donde se nos muestra el lado más oscuro de la sociedad nipona, con sus traumas y problemas reprimidos.


Paprika (2006): Por fin se ha inventado la máquina prodigiosa, un aparato que nos permite entrar en nuestros sueños y en los de los demás, vivirlos, cambiarlos... por desgracia algunos prototipos han sido robados con las terribles consecuencias que esto puede acarrear. El equipo creador del invento, el detective Kogawa y Paprika, una misteriosa chica que habita en el mundo de los sueños deben resolver el misterio antes de que ocurra una catástrofe. Con muchos más recursos tanto técnicos como narrativos a su servicio, Satoshi Kon se mete de lleno en esta historia, posiblemente la más extraña y ambiciosa de su filmografía y nos regala un viaje alucinante al mundo de lo onírico. Por lo enrevesado de su historia puede que, sobre todo en su tramo final, resulte demasiado críptica, pero el poder de sus imágenes, la imaginación desbordante en cada fotograma y lo interesante de su temática la convierten en una obra principal dentro del cine de la ciencia ficción.

Aquí os dejo los créditos de dos de sus obras: Paranoia Agent y Paprika. Además de parecerme geniales, son un buen anzuelo para que conozcáis la obra de Satoshi Kon o la repaséis una vez más si ya la habéis visto.



viernes, 28 de octubre de 2011

Tarde de Perros, de Sidney Lumet


Tengo que admitir que lo que he visto de Sidney Lumet (que no es demasiado, pero eso va a cambiar pronto) siempre me ha gustado, pero si llego a saber que “Dog´s Day Afternoon” era tan rematadamente buena, hace mucho tiempo que estaría en mi estantería de DVD´s al alcance de la mano para verla siempre que quiera.

Sonny Wortzik (Al Pacino) y dos compinches más deciden atracar una pequeña sucursal bancaria. Justo en el momento del atraco uno de ellos decide que no puede hacerlo y abandona a los otros dos. Este contratiempo y la llegada de la policía antes de lo esperado son tan solo los dos primeros de los problemas que se van a encontrar Sonny y su compañero Sal en un atraco con rehenes que terminará convertido en todo un espectáculo mediático tanto para los implicados como para el resto de la ciudad.

Sidney Lumet, director de entre muchas otras “Serpico” o la imprescindible “12 Hombres sin Piedad” (su primera película para cine, lo que demuestra que ya vino más que preparado de sus años televisivos), vuelve a trabajar con Pacino y otros grandes actores de la época para ofrecernos un film brillante, intenso, dramático y divertidísimo dentro de su dureza, un film por cierto con el que creo el espectador actual se puede sentir muy cómodo por los temas que toca a pesar de estar ambientado hace casi 30 años.

La principal virtud del film es que a partir de la premisa más sencilla: “Dos atracadores novatos roban un banco y toman unos rehenes”, el guión es capaz de desplegarnos una serie de situaciones y giros argumentales que mantienen el relato en todo momento por las nubes y no deja lugar al aburrimiento ni un segundo. Lo que empieza como un atraco un poco chapucero degenera inevitablemente a un circo mediático con situaciones totalmente surrealistas como a los mirones tras las vallas policiales animando a gritos a Sonn cada vez que sale a hablar con la policía, las cajeras del banco jugando con el rifle de los atracadores o jadeando por teléfono al enfermo mental que llama animando a Sonny a que los mate a todos, la llegada de la “mujer” y la madre de Sonny al banco… momentos impresionantes que nos provocan no pocas risas pero sin perder el tono ácido y pesimista que tenía en muchas ocasiones el cine en la década de los 70.

Todo esto Lumet lo viste con una puesta en escena muy austera, con unos usos de la cámara, luz y montaje naturalistas, que nos hace sentir que estamos ahí mismo, contemplando la acción o como poco siendo testigos televisivos del atraco (cosa que le viene muy bien al film por cierto, al estar basado en una historia real) y como si casi pudiéramos meternos dentro de las discusiones de ambos bandos. Sin duda “Dogs Day Afternoon” ha generado escuela y ha sentado muchas bases con este modo de hacer películas, pero pocas veces he visto un trabajo tan fino e invisible en su resultado y tan realista en su modo de rodar.

Si hay algo que Lumet sabe hacer muy bien es llevar a sus actores y personajes a unos niveles de choque y conflicto altísimos y “Dogs Day Afternoon” no es una excepción. Claro, a esto hay que sumarle unos intérpretes que lo dan absolutamente todo y que cubren los puntos bajos que pueda tener el film (tampoco son demasiados, tranquilos) de sobra.
  

Pacino está sencillamente que se sale, con momentos de intensidad interpretativa tales que no se si le dieron algo antes de la toma para ponerlo a mil. El tío lanzando dinero como loco al público mientras los polis se comen su sándwich, o gritando “Remember Attica!!” al público que le anima… en serio, para no perderselo. Pero ojo, que Chales Durning interpretando al Sargento Moretti (actor que me encanta y al que le tengo mucho afecto por cierto. Os sonará por sus papeles en “El Golpe” o como “Pappy O´Daniell” en “Oh Brother!” de los Coen) no se queda ni mucho menos atrás y los duelos verbales con Pacino mientras intenta calmar a su equipo policial de “gatillo fácil” son sencillamente épicos. John Cazale, se queda en un discreto segundo plano pero haciendo también una estupenda interpretación sin apenas palabras, en el papel de Sal, enigmático compinche de Sonny en el atraco. Con actores así me planteo si Lumet planificó y luego dirigió actores o sencillamente soltó a "las bestias", las dejo a su aire y rodó como los intérpretes se dejaban. Supongo que un poco de las dos cosas.


Ciertamente mucho más se podría decir de esta película, como por ejemplo todo el asunto del circo mediático de la prensa o el hecho de que comprendamos de alguna manera las motivaciones de Sonny sin justificarlo (por eso digo que el espectador actual puede sentirse a gusto con esta película), pero sin duda lo mejor que podéis hacer es conseguirla cuanto antes y disfrutar de una gran película, dirigida por un grande que no siempre es tan recordado como se merece, no os arrepentiréis.









domingo, 9 de octubre de 2011

El Tercer Hombre, de Carol Reed


Holly Martins, un mediocre escritor de novelas del lejano oeste, llega a Viena de la postguerra invitado por su amigo Harry Lime para trabajar con este en un proyecto. Nada más llegar descubre que su amigo acaba de morir atropellado y debe acudir al entierro. En pleno oficio fúnebre el Mayor Calloway, jefe de la policía británica en Viena, se lo lleva a tomar algo y le informa de que Harry estaba implicado en el mercado negro, asuntos muy turbios, y que su muerte es sin duda lo mejor que ha podido pasar. Holly no cree ni una palabra y decide investigar las causas de la muerte de su amigo, igual que podría suceder en una de sus novelas baratas.

Sin duda una de las mejores películas británicas de la historia, El Tercer Hombre resulta un impresionante ejemplo de cine negro, con todos las convenciones propias del género pero a la vez suficientes diferencias como para que tenga una personalidad propia y única.

La introducción del film ya supone una interesante adaptación de este film noir, género donde el cine norteamericano ha destacado sobra cualquier otro país, al escenario europeo de la postguerra. Ese relato en off de Martins mientras vemos la decadencia de la ciudad bombardeada, sus trapicheos del mercado negro y sus peligros si no sabes moverte adecuadamente (ese clarificador plano del ¿cuerpo? flotando en el agua...), convierten a la Viena de la música en la ciudad de los secretos, el crimen, el peligro y la mentira antes siquiera de que el film se considere comenzado. Una de las ideas constantes del cine negro supone la lucha del individuo contra la ciudad, sin duda un personaje más, de la cual no se puede escapar, y la Viena en ruinas supone un cambio de escenario interesante y efectivo, apoyado sin duda por la magnífica fotografía de Robert Krasker (me está costando horrores hacer una selección de planos para poner, todos son demasiado buenos). Los reflejos de la humedad de las calles adoquinadas, las sombras en la pared que huyen o se escurren peligrosas, los ángulos aberrantes que tanto ayudan a perfilar la psicología de los personajes y de la propia ciudad en todo momento... todo con el clásico estilo expresionista del que bebió y aún bebe prácticamente el cine negro de cualquier época. Una delicia que les valió el Oscar a la mejor fotografía en 1950.

Y dentro de esta peligrosa ciudad tenemos la investigación de Martins, que deberá luchar contra las fuerzas de ocupación, Anna la amante del difunto Harry Lime, y otros tantos pintorescos personajes, por no hablar del propio Harry Lime en una historia cuyas tramas se cruzan unas con otras sin parar, cambiando de dirección constantemente y desconcertando al espectador hasta que los secretos del caso se revelarán en la segunda mitad del film, cuando el espectador perderá su inocencia con el resto de los protagonistas. Esta es sin duda otra idea recurrente en el film noir. El desencanto de la sociedad estadounidense que se vio reflejado en este tipo de películas en la época de la postguerra sin duda no era inferior en el viejo continente. Lo vemos en el film con esas fuerzas de ocupación que registran casas y deportan a gente, los planos de los ciudadanos escondidos en sus portales, sospechando unos de otros en lo que ya era la era de la guerra fría…y por encima de todos ellos, Harry Lime (no voy a extenderme lo grande que es Orson Welles desde el primer plano en que aparece sonriendo en las sombras, porque eso lo sabemos todos), que los mira divertido y sardónico desde lo alto. Muy clarificadora resulta la escena de la noria enorme, o ese plano de Lime ascendiendo por las ruinas de un edificio para controlar la plaza en medio de la noche. También la inolvidable música de Anton Karas, que le da un contrapunto interesantísimo al film y que al concluirlo no podemos evitar pensar que supone un refuerzo para el punto de vista “divertido y diferente” de Lime con respecto a todo y a todos.

Resulta curioso hablando de la noche, que hasta que surge la misteriosa figura del “Tercer Hombre” que arrastró al Lime agonizante, todos los planos son de la Viena diurna. El plano inmediatamente siguiente a ser nombrado el misterioso personaje ya tenemos la ciudad nocturna y peligrosa, que no nos abandonará hasta el final de la historia, otro recurso clásico inevitable del género.

Y por supuesto hay que nombrar la impresionante escena final de la persecución en las cloacas de Viena, todo un prodigio de montaje, fotografía, uso del sonido y generación de unos espacios cinematográficos laberínticos e intrincados, que personalmente me recuerdan mucho a las construcciones imposibles de Escher, y suponen un buen reflejo de la maraña en que se encuentran todos los personajes en el momento del clímax. Gracias a su perfección técnica, su complejidad narrativa y a nivel de la psicología de los personajes, da como resultado una de las secuencias básicas ya no solo del film noir, sino del cine universal (podría ser la siguiente gota de cine destilado, pero quizás sea demasiado larga).





Sin embargo eso se puede solucionar rápido porque, aunque mucho más se podría decir de este film británico (el guión supondría un par de párrafos más si hablamos de esta película), mi consejo es que tanto si la habéis visto como si no, os sentéis un rato a disfrutar de un poco de buen cine negro esta misma tarde, no os arrepentiréis. Y siempre que podáis, claro está, en una buena pantalla de cine.



Aquí os dejo los títulos de crédito iniciales, que ya de por si son geniales, con la mítica tonadilla del film para abrir boca.