domingo, 16 de junio de 2013

El verano de Kukujiro, de Takeshi Kitano

Llega el verano, el siempre maravilloso, esperado y perezoso verano. Todos los niños desaparecen con sus familias de la ciudad excepto uno. El pequeño se ha quedado sin amigos, todos están de vacaciones. Vive con su abuela y nunca conoció a su madre que "está trabajando mucho para mandarte dinero". La llegada de un paquete postal le permite descubrir la dirección donde vive su progenitora así que no lo piensa dos veces y decide coger su mochila, un poco de dinero y su libro de deberes de verano "Que hice durante mi verano" y lanzarse a la aventura, en busca de su madre. Pronto es interceptado por una joven amiga de su abuela que descubre sus intenciones y, en vez de impedirselo, decide que lo mejor es que le acompañe su pareja, un perdedor y un zoquete con pintas de matoncillo callejero venido a menos. Inicialmente el simpático fracasado decide seguir su vida de apostador y visitador de "locales alegres" con el mocoso como incómoda compañía (y fuente de dinero), pero un desagradable incidente le hará cambiar su punto de vista por lo que juntos, ahora sí, irán en busca de la madre perdida...y de paso encontrarán mucho mas.

Además de ser famoso en occidente (o por lo menos en España) por presentar el famoso concurso "El castillo de Takeshi", Takeshi Kitano resulta ser un fantástico cineasta con películas tan interesantes y alucinantes como Zatoichi, Violent Cop o Kantoku Banzai, sin embargo si tuviera que quedarme con una sería con El Verano de Kikujiro (que además de dirigir protagoniza), una maravillosa historia sobre la infancia, los ángeles protectores, la búsqueda de uno mismo y de sus orígenes, así como un trabajo excepcional, casi un manual básico, sobre el uso de la elipsis para "narrar las cosas no narrándolas". Este recurso de la omisión, tanto temporal como de acción, que es muy propio del cine japonés, alcanza en este film un nivel casi obsesivo por parte del director hasta tal punto que la historia que sabemos que nos están contando, prácticamente acaba imaginada por nosotros, viendo solamente las consecuencias de cada acto.


Un ejemplo: Nuestros dos protagonistas están en una piscina y el niño nada en el agua. Pregunta a Takeshi si no sabe nadar, el cual ofendido dice que por supuesto. Corte y lo vemos con un flotador lanzándose al agua. En el siguiente plano está flotando boca abajo con las piernas en el aire y el flotador aún puesto. Vamos, todas las partes que podrían haberse aprovechado como recurso cómico (el proceso de ponerse el flotador, el ahogamiento...¿para que mostrarlo? seguro que el espectador se imagina algo mucho más divertido en un proceso muy parecido al que emplea el cine de terror cuando nos oculta lo monstruoso para que lo creemos nosotros).


Este es solo uno pero la película está plagada de ellos: la pelea con el camionero oculta detrás del camión en la que solo vemos al personaje de Takeshi volando por los aires y volviendo a la carga una y otra vez. La roca que le lanza al camión para romperle un cristal (solo vemos la roca en el suelo una vez ya lanzada), la escena en la que "el señor se cayó por las escaleras", en realidad una violenta pelea que tiene Takeshi con cuatro matones de una feria y de la que no vemos absolutamente nada. Como ejemplo más siniestro la escena del pederasta en la que un "hombre que da miedo" intenta abusar del niño aprovechando que está solo. Escena por cierto terrible pero muy bien resuelta para tratarse de un tema tan peligroso y delicado de abordar en una película de corte teóricamente alegre y positivo.


Curiosamente esa es otra de las capacidades maravillosas de este film, que es llevarnos de la comedia al drama prácticamente de un segundo a otro, en ocasiones incluso mezclándose de una forma un poco extraña. No me atrevería a clasificar esta película de comedia ni mucho menos ya que está bastante lejos del "happy ending" holliwoodiense, pero tampoco entra dentro de la idea habitual de drama pues a pesar de su dureza la terminas viendo con una sonrisa en la boca. A fin de cuentas el niño descubre la realidad: su madre le abandonó y tiene una familia nueva con marido e hija, a partir de ahí deberá de aceptar su realidad y vivir la vida de la manera más feliz posible en una especie de maravilloso anticlimax de casi una hora en la que el director ya no solo hace lo que le da la gana con la historia (reminiscencias de El Castillo de Takeshi incluidas) sino que lleva a todos los personajes a un viaje a la infancia más fantástica y absoluta, convirtiendo a una panda de desheredados de la sociedad en un grupo de maravillosos niños que juegan en medio de la naturaleza sin ningún tipo de preocupación. Estupenda en ese sentido la escena en la que el niño imagina a sus amigos adultos en las estrellas vestidos de las formas mas fantasiosas y divertidas que un niño puede imaginar: samurais, soldaditos de plomo, aventureros... un broche estupendo y muy emotivo para la realización de todos y cada uno de los personajes del film.
También es interesante hablar de la idea del ángel en este film: está claro que el personaje interpretado por Takeshi se puede considerar el angel guardian del niño y más en la estupenda escena en la que le regala la "Angel Bell" y le dice que si la hace sonar un angel vendrá a ayudarle. El niño inmediatamente la hace sonar pero ningún angel viene...bueno, quizás porque ya esta ahí. Pero claro, la idea de angel está ya no solo en Takeshi sino en todos los personajes que les van a acompañar a lo largo de su aventura: los moteros no son otros que los propietarios originales de la angel bell, la joven pareja que les lleva en coche le regala al niño una mochila...con alas de ángel. ¿Quién es el ángel aquí? Lo que queda claro en la película, sobre todo en su tercio final, es que todos, absolutamente todos, podemos ser en algún momento el ángel que otro pueda necesitar. Una idea que muchos tacharán de un poco hortera pero quizás necesaria ya que como dijo el sabio "creemos facilmente en el infierno pero no en el cielo". A fin de cuentas no solo ha sido un verano maravilloso para el niño, sino también para el bueno de Kikujiro.

Como se nota que llevo mucho tiempo sin darle a la tecla porque no he contado ni la mitad de lo que quería y el resto lo he hecho muy torpemente ya que sin duda mucho, muchísimo más se podría decir sobre este film (lo rematadamente bien que está Takeshi, por ejemplo o las escenas oníricas que se cuelan en algún momento de la película) y los temas que trata (la brecha entre la infancia y la edad adulta así como las mentiras en las que hacemos vivir muchas veces a los niños por ejemplo) pero yo creo que lo mejor es que la consigais ya mismo, que además el momento veraniego acompaña, y la veáis en la pantalla más grande que podais, no os arrepentiréis.









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