viernes, 16 de diciembre de 2011

Join Security Area, de Park Chan-Wook


AVISO: Desde ahora y para no spoilear demasiado taparé ciertas cosas de las tramas de los films para que no pierdan toda la gracia si no los habéis visto. Si no os importa conocer la trama seleccionar arrastrando con el ratón los trozos que no se vean y listo.

Noche de la frontera entre las dos Coreas. Suena un disparo. Hay un tiroteo en Corea del Norte, el lado comunista, lo que deriva en una batalla entre militares de ambos bandos y el rescate de un soldado de Corea del Sur, aliada de Estados Unidos y capitalista. La mayor Sophie ha sido encargada como parte de las fuerzas neutrales en la zona de investigar lo sucedido, pero los informes de los supervivientes de cada bando son totalmente diferentes y ninguno quiere hablar. La verdad por supuesto, siempre es mucho más complicada e interesante para caber en unos simples informes.

A pesar de que contada así no parece más que una simple película de investigación bélica, JSA supone una estupenda obra de Park Chan-Wook, más conocido por su Trilogía de la Venganza, que a pesar de ser una obra temprana con algún punto flojo (muy pocos ojo), nos ofrece una historia que crece a cada minuto, se disfruta, emociona y ofrece una visión humana del conflicto que arrastran las dos Coreas desde hace más de cincuenta años.


Para ello Park Chan-Wook se sirve de una estupenda historia, donde nada es lo que parece o debería (o quizás sí es lo que debería, y eso es lo raro del asunto) y todos los personajes dan un giro de 180 grados a nuestros ojos conforme vamos conociendo la verdad de los acontecimientos. El primer tercio de la historia, protagonizado por la Oficial Sophie, nos marca las dificultades de la investigación además de ponernos en situación con respecto a las dificilísimas y tensas relaciones que hay entre Corea del Norte y del Sur, al borde siempre de la guerra. Sin embargo todo el segundo tercio nos ofrece un giro inesperado de los acontecimientos, al conocer el espectador la verdad anterior a la fatídica noche, cuando vemos como entre los soldados de ambos bandos surgió una imposible pero verdadera y hermosa amistad, contada con tanto corazón que nos vamos preguntando que pudo pasar para que la historia acabara como ya sabemos que terminó.


 De esto se encarga todo el tercer tercio, donde Park Chan-Wook ya ha conseguido lo que quería, que no es otra cosa que hacernos ver el conflicto, tanto de los personajes como de las naciones, desde dentro y no como meros observadores neutrales (Suecos y Suizos que se limitan a poner paños calientes en vez de intentar comprender el drama de las Coreas), por lo que el tiroteo final adquiere un tono muy distinto a lo que sospechábamos que fue en un principio. Así, ya ningún personaje es lo que era, los conocemos ya bien, hemos llegado a quererlos y comprenderos, por lo que tenemos una percepción de la realidad mucho más amplia y humana. Visualmente esto el director lo ilustra a la perfección en dos momentos muy separados del film pero que al final quedan unidos emocionalmente: el plano cenital (extremadamente objetivo) del turista norteamericano que hace fotos a un oficial de Corea del Norte en la línea fronteriza mientras un soldado del Sur se lo impide. En contraposición, el impresionante y hermosísimo plano final del film donde vemos esa foto del americano donde descubrimos que los oficiales y soldados anónimos no son otros que nuestros protagonistas, con la cámara mostrándonos rostro a rostro mientras la foto parece componerse ante nuestros ojos y nos invade una extraña sensación de cercanía y nostalgia por ellos. Sencillamente brillante.

También hay que destacar el buen trabajo que hace el director visualmente hablando para poner en imágenes toda la carga emocional que la historia exige. Park Chan-Wook ya da señas de tener muy buenas ideas que, aunque algunas no terminan de cuajar del todo (yo creo que se debe a la falta de recursos técnicos más que a los propios planos en si) hemos de ser justos y pensar que siendo su tercera película cualquier director está todavía en proceso de definir un estilo determinado y de descubrir su modo de narrar. El plano invertido del soldado Lee atravesando el cristal, el ya mencionado plano final de la foto o  la secuencia de arranque de la película son una buena muestra de ello.


También por cierto hablar de las estupendas interpretaciones que hacen los protagonistas del film (no tanto algunos secundarios como el horrible actor que encarna al oficial suizo y que nos saca totalmente del film. Dando gracias no sale mucho), ya que resulta muy difícil hacer creíble la complicada amistad que los soldados viven y sin embargo gracias a sus trabajos y la dirección de Park Chan-Wook nos llega verdaderamente hondo. Escenas como la de los soldados jugando a la pata coja como niños, el regalo de los pinceles de uno a otro o la divertida escena de los soldados escupiéndose en la frontera mientras se aguantan la risa para que sus oficiales no les descubran dan a la narración toda el alma que necesita.

Todo en resumen nos da una obra ya no solo muy interesante de ver y muy bien llevada, sino con mucho corazón y sentimiento, lo que le diferencia sin duda de otro tipo de películas parecidas y le da esa autoría que los buenos artesanos saben dar a sus obras.

Mucho más se podría hablar del film, como por ejemplo del propio conflicto entre ambas naciones o lo interesante que resulta ver una industria cinematográfica tan bien montada y preparada como la Coreana (me ahorrare comparaciones…), pero lo mejor es que la consigáis cuanto antes y la disfrutéis en casa, no os arrepentiréis.





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