miércoles, 23 de mayo de 2012

Soy Cuba, de Mikhail Kalatozov




A finales de la década de los 50 cuba vivió un cambio político de gran importancia con la caída de Fulgencio Batista y la llegada al poder del ejército rebelde que trajo consigo un gobierno revolucionario de izquierdas con influencias comunistas. Esto supuso como es lógico la perdida de apoyo por parte de Estados Unidos y la ganancia de un nuevo aliado, la antigua Unión Soviética, que veía con interés el movimiento revolucionario en esa lejana isla caribeña. Para apoyar ideológicamente la revolución cubana decidieron rodar una película que hablara sobre el tema, una película con tintes épicos, poéticos y políticos que mostrara la realidad de los cambios de la isla. Para ello enviaron a uno de los más prestigiosos directores soviéticos de la época, Mikhail Kalatozov, además de una ingente cantidad de equipo técnico y personal de primera línea. Después de dos años de rodaje (que se dice pronto) y una producción sin precedentes dentro del cine cubano y soviético Soy Cuba fue el controvertido resultado.


La película está contada a partir de cuatro historias, todas antes de la revolución, que aparece en el tercio final como detonante lógico de todo lo que el espectador ha visto antes. En la primera parte vemos la Cuba anterior a la revolución, la "Cuba del pecado tropical": mujeres exuberantes, locales nocturnos, hoteles y casinos de lujo, prostitución, manadas de marineros americanos persiguiendo con intenciones poco decorosas a jóvenes cubanas ... todo ello con las chabolas y los barrios deprimidos en el otro extremo de la ciudad. La segunda historia marca el fin de la primera parte al narrarnos la desgracia de un pobre campesino que pierde sus tierras al ser vendidas por su terrateniente a la United Fruit Company, pero que en un acto de rebeldía decide quemarlas. La segunda mitad supone la parte mas propiamente "revolucionaria" al contarnos el levantamiento estudiantil y la marcha triunfal de los rebeldes en La Habana.

Para todo ello Kalatozov contó con la financiación del gobierno soviético y el apoyo tanto de Cuba como de la URRS, gozando de una libertad creativa y técnica casi total, pudiendo hacer cosas como movilizar a 5000 soldados cubanos en plena crisis de los misiles para el rodaje de una escena. Y lo cierto es que el resultado no puede ser menos impresionante ya que la principal consecuencia de tanta libertad no fue otra que un film visualmente espectacular en todos los aspectos, ciertamente una epopeya épica y poética tal y como sus creadores querían, que marcó un antes y un después en el cine cubano, latinoamericano y mundial.

Kalatozov y el otro gran artífice del film, el director de fotografía Sergei Urusevski, pudieron explotar los recursos fílmicos que ya habían probado en anteriores colaboraciones como "Cuando pasan las cigüeñas" (1957), pero llevándolos al extremo en larguísimos planos secuencia imposibles donde la cámara parece flotar por los escenarios para contarnos lo que les acontece a los personajes. Del primer plano de un rostro nos puede llevar en un momento a las alturas de una fábrica de tabaco para luego salir por una ventana y volar entre las calles de La Habana o bien mostrarnos un concurso de belleza en la azotea de un hotel para luego bajar diez pisos y meternos en una piscina donde la gente bucea feliz... muchísimos planos del film suponen una proeza técnica como nunca antes se había visto e incluso hoy día dejan fascinado a cualquier espectador mínimamente atento. 


Pero es que además de espectaculares, cualquier momento en esta película destila una belleza y un sentido estético casi hirientes, con ese uso tan extraño de las diagonales en pantalla y de los cambios de inclinación de los constantes planos aberrantes o esa iluminación tan cuidada (en mi opinión especialmente el capítulo de la joven y el americano en el barrio marginal, tiene un aire un poco expresionista que me gusta mucho) que da un ambiente excepcional a cada capítulo del film. Al parecer para el rodaje emplearon una película especial más sensible al espectro infrarrojo para poder transmitir de alguna manera el color de Cuba en una película de blanco y negro y es cierto que los fotogramas del film tienen una pátina especial difícil de explicar que la diferencia de muchas otras, casi parece transmitir el calor en la pantalla. Cualquier descripción se quedará corta para hablar de la potencia visual del film que es tal que incluso en el momento de su estreno se le achacó como un defecto ya que la imagen destacaba demasiado sobre la historia, dejando a esta en un muy segundo plano, cosa que no conviene en absoluto y menos a un film con intenciones propagandísticas.


Y hablando del estreno ¿qué paso cuando se visionó por fin en las salas cubanas y sovieticas? Pues un desastre, un verdadero desastre. A nadie le gustó (ni siquiera a algunos de sus creadores) ya que los cubanos no se veían reflejados en la estilizada e idealizada revolución que Kalatozov había creado y a los soviéticos les resulto inocente y poco revolucionaria. A la semana de su estreno desapareció de cartel y fue olvidada hasta más de treinta años después cuando Martin Scorsese tuvo la oportunidad de verla en un pase privado. Quedó maravillado así que decidió rescatarla del olvido y junto con la ayuda de Francis Ford Coppola fue relanzada en 1995 ahora sí para todo el mundo, que quedó impresionado con esa joya perdida del cine cubano y soviético.

Mucho más se podría hablar de esta película así como de la época, el lugar y las circunstancias en las que se rodó, pero lo mejor es que la consigais y la veáis por vosotros mismos a ser posible en alguna sala con gran pantalla. No os arrepentiréis.



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